Jamás volveré a abrazar
la tristeza o la soledad.
Elegirte no fue cosa del azar, fue decisión del corazón y su terquedad.
No hay nada más profundo ni más triste
que no tenerla todo el tiempo,
no hay nada peor que el viento,
la luz o las estrellas te recuerden a ella.
Todo el color negro ha inundado mi día,
nada se parece a lo de antes.
La luna no me sirve de amante,
no tengo rumbo ni guía.
La vida no sigue sin el brillo de sus ojos,
su mirada me advierte y me afirma que no volverá,
su mirada exclama con silencios que mi felicidad se ha ido para no volver jamás.